El artículo de opinión aparecido en el Heraldo de Aragón de fecha 7 de enero de 2007 con el que su autor, Luis Miguel de Torres, presidente de la Asociación Provincial de Autotaxis de Zaragoza trata de defender la idoneidad del servicio de taxis en la actual ciudad de Zaragoza, más parece un llanto tardío por los malos tiempos pasados que una sucesión de datos actualizados y convincentes. Es lógico. Cuando no existen argumentos no está de más provocar un poquito de pena y echar mano de la manipulación, disciplina en la que De Torres se postula como consumado maestro.
El artículo de 89 líneas a dos columnas, dedica las 30 primeras a recordarnos lo mal que estaba el sector en plena crisis de principio de los años 90 y a hacer el cansino, por conocido, recuento de licencias y festivos. Pero, claro está, De Torres se olvida de lo principal:
A nadie le importa el número de licencias de taxis que el Ayuntamiento tiene concedidas; lo realmente importante es el número de taxis de los que puede disponer el ciudadano. ¿Qué más nos daría que en Zaragoza existiesen 3000 licencias si, por distintas razones, el usuario tan solo dispone de 50? La contingentación se establece para fijar un mínimo de servicio disponible y la contingentación fijada (2’5 lic./1000 hab.), aunque ilegalmente establecida, no se alcanza en Zaragoza puesto que, en el mejor de los escenarios (sin descontar coches averiados, vacaciones, viajes interurbanos, asuntos propios, etc.), la ratio sólo llega a las 2’32 lic./1000 hab.
Las 30 primeras líneas de relleno y ni un solo argumento para convencer a la opinión pública de que la deficiente calidad del servicio es fruto de unos instigadores interesados. No rebate ni una sola de las cifras que estos días se han hecho públicas en distintos medios de comunicación en las que se demostraba que Zaragoza es la ciudad que, con diferencia, dispone de un menor número de taxis/habitante entre las cinco mayores urbes del país. Eso sí, se queda tan tranquilo después de afirmar más adelante que “la sensación de falta de taxis es ficticia”. Vamos que la mayoría de los 660.000 vecinos de la ciudad y la casi unanimidad de los que llegan a la estación de Delicias vivimos en un mundo irreal productor de sensaciones equivocas. En el desfile, no es él el que lleva el paso cambiado, son los demás.
Cierto que el sector del taxi no atravesó buenos momentos durante la crisis de los 90 pero no fue el único. Sin ir más lejos, la banca española vivió un momento crítico que desembocó en la intervención de Banesto por el Banco de España. Hoy Banesto es un banco solvente. Tras aquella crisis se ha revalorizado un 347% en su cotización en bolsa. Cuando alguien abre una cuenta en Banesto no piensa en cómo estaba en diciembre de 1993 sino en cómo está ahora. Eso es igualmente aplicable al taxi. Cuando un usuario no encuentra un taxi disponible no piensa en cuántos taxis sobraban en 1992. Por cierto desde 1992 las licencias de taxis se han revalorizado desde los 5 millones de pesetas en 1992 a los 35 millones que se ha pagado por la ´ltima transferencia, lo que significa un 700% de revalorización, más del doble que las acciones de Banesto. No me extraña que los actuales titulares no quieran que se concedan nuevas licencias.
De Torres hace alusión a un Plan Sectorial del Taxi aprobado en noviembre de 2001.
Dicho Plan consideraba adecuada la oferta pero, a ese respecto, abogaba por tener en cuenta en un futuro próximo la puesta en marcha de puntos de especial generación de demanda como la futura estación Intermodal, el polígono Plaza, los nuevos barrios previstos y otros parámetros que hoy ya no son proyectos de futuro sino una realidad. De Torres olvida interesadamente decir que en dicho Plan se abogaba por establecer una contingentación en base a la población relativa, habitantes/km2, mucho más adecuada para ajustarse a la demanda puesto que tiene en cuenta la diseminación del núcleo urbano, el mayor tiempo relativo empleado en algunos trayectos y la consiguiente menor disposición de los vehículos para el resto de los potenciales usuarios.
Así mismo, el citado Plan abundaba en este aspecto al decir que no sólo los vecinos de Zaragoza son potenciales demandantes del servicio sino que también lo son los turistas y visitantes ocasionales. En este apartado, el Plan, en su página 14, desaconseja la amortización de licencias. O sea, en 2001 el Plan Sectorial del Taxi considera que la oferta y la demanda están ajustadas. Han pasado 5 años desde entonces y la ciudad cuenta con 55.000 habitantes más ¿Otro fallo de memoria? No. Habrá que convenir que De Torres tiene una memoria muy selectiva.
Si en esas 30 primeras líneas, De Torres nos habla de pasado, en las 9 líneas siguientes las dedica el Presidente de la APTZ a establecer un escenario de futuro que le sirva como argumento para defender que el número de licencias es adecuado para atender el presente. Pura incoherencia puesto que si habla de los servicios que se pondrán en marcha en el futuro igualmente debería contar con el incremento futuro de población.
Total, una oportunidad perdida para rebatir las cifras que demuestran la escasez de taxis y que ya pertenecen al dominio público; 39 líneas para contarnos lo que fue el sector y para señalar aquellas cosas que le interesan de entre las que bien pudieran ser. Ni una sola línea dedicada a lo que hoy es. Nada del presente.
En fin, pura esquizofrenia espacio-temporal
Seguiremos con el artiCULO.
El artículo de 89 líneas a dos columnas, dedica las 30 primeras a recordarnos lo mal que estaba el sector en plena crisis de principio de los años 90 y a hacer el cansino, por conocido, recuento de licencias y festivos. Pero, claro está, De Torres se olvida de lo principal:
A nadie le importa el número de licencias de taxis que el Ayuntamiento tiene concedidas; lo realmente importante es el número de taxis de los que puede disponer el ciudadano. ¿Qué más nos daría que en Zaragoza existiesen 3000 licencias si, por distintas razones, el usuario tan solo dispone de 50? La contingentación se establece para fijar un mínimo de servicio disponible y la contingentación fijada (2’5 lic./1000 hab.), aunque ilegalmente establecida, no se alcanza en Zaragoza puesto que, en el mejor de los escenarios (sin descontar coches averiados, vacaciones, viajes interurbanos, asuntos propios, etc.), la ratio sólo llega a las 2’32 lic./1000 hab.
Las 30 primeras líneas de relleno y ni un solo argumento para convencer a la opinión pública de que la deficiente calidad del servicio es fruto de unos instigadores interesados. No rebate ni una sola de las cifras que estos días se han hecho públicas en distintos medios de comunicación en las que se demostraba que Zaragoza es la ciudad que, con diferencia, dispone de un menor número de taxis/habitante entre las cinco mayores urbes del país. Eso sí, se queda tan tranquilo después de afirmar más adelante que “la sensación de falta de taxis es ficticia”. Vamos que la mayoría de los 660.000 vecinos de la ciudad y la casi unanimidad de los que llegan a la estación de Delicias vivimos en un mundo irreal productor de sensaciones equivocas. En el desfile, no es él el que lleva el paso cambiado, son los demás.
Cierto que el sector del taxi no atravesó buenos momentos durante la crisis de los 90 pero no fue el único. Sin ir más lejos, la banca española vivió un momento crítico que desembocó en la intervención de Banesto por el Banco de España. Hoy Banesto es un banco solvente. Tras aquella crisis se ha revalorizado un 347% en su cotización en bolsa. Cuando alguien abre una cuenta en Banesto no piensa en cómo estaba en diciembre de 1993 sino en cómo está ahora. Eso es igualmente aplicable al taxi. Cuando un usuario no encuentra un taxi disponible no piensa en cuántos taxis sobraban en 1992. Por cierto desde 1992 las licencias de taxis se han revalorizado desde los 5 millones de pesetas en 1992 a los 35 millones que se ha pagado por la ´ltima transferencia, lo que significa un 700% de revalorización, más del doble que las acciones de Banesto. No me extraña que los actuales titulares no quieran que se concedan nuevas licencias.
De Torres hace alusión a un Plan Sectorial del Taxi aprobado en noviembre de 2001.
Dicho Plan consideraba adecuada la oferta pero, a ese respecto, abogaba por tener en cuenta en un futuro próximo la puesta en marcha de puntos de especial generación de demanda como la futura estación Intermodal, el polígono Plaza, los nuevos barrios previstos y otros parámetros que hoy ya no son proyectos de futuro sino una realidad. De Torres olvida interesadamente decir que en dicho Plan se abogaba por establecer una contingentación en base a la población relativa, habitantes/km2, mucho más adecuada para ajustarse a la demanda puesto que tiene en cuenta la diseminación del núcleo urbano, el mayor tiempo relativo empleado en algunos trayectos y la consiguiente menor disposición de los vehículos para el resto de los potenciales usuarios.
Así mismo, el citado Plan abundaba en este aspecto al decir que no sólo los vecinos de Zaragoza son potenciales demandantes del servicio sino que también lo son los turistas y visitantes ocasionales. En este apartado, el Plan, en su página 14, desaconseja la amortización de licencias. O sea, en 2001 el Plan Sectorial del Taxi considera que la oferta y la demanda están ajustadas. Han pasado 5 años desde entonces y la ciudad cuenta con 55.000 habitantes más ¿Otro fallo de memoria? No. Habrá que convenir que De Torres tiene una memoria muy selectiva.
Si en esas 30 primeras líneas, De Torres nos habla de pasado, en las 9 líneas siguientes las dedica el Presidente de la APTZ a establecer un escenario de futuro que le sirva como argumento para defender que el número de licencias es adecuado para atender el presente. Pura incoherencia puesto que si habla de los servicios que se pondrán en marcha en el futuro igualmente debería contar con el incremento futuro de población.
Total, una oportunidad perdida para rebatir las cifras que demuestran la escasez de taxis y que ya pertenecen al dominio público; 39 líneas para contarnos lo que fue el sector y para señalar aquellas cosas que le interesan de entre las que bien pudieran ser. Ni una sola línea dedicada a lo que hoy es. Nada del presente.
En fin, pura esquizofrenia espacio-temporal
Seguiremos con el artiCULO.
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